Lidiando con el «Jetlag bariátrico»: Un día a la vez
Psicólogo Clínico
Miembro de la Sociedad Chilena de Cirugía Bariátrica
Los primeros días y meses tras la cirugía bariátrica apenas marcan el inicio de tu proceso, pero pueden sentirse agotadores, confusos y hasta contradictorios, como un trayecto sin fin que pone a prueba tu energía, tu paciencia y tu voluntad. Sin embargo, hay esperanzas, y en este artículo desentrañaremos cómo afrontar estos días y meses que están destinados a cambiar tu vida para siempre, de la mejor manera.
Llamaremos “Jetlag bariátrico” a ese periodo posterior a la cirugía en que el paciente percibe un desajuste profundo en el que su cuerpo, mente y emociones parecen ir a ritmos distintos a los habituales, sin haberse reencontrado todavía.
La mayoría de las personas conoce la sensación de sentirse con el cuerpo extraño y cansado. Tras un viaje interminable en automóvil o tren de ocho o más horas, quienes no están acostumbrados a ello, pueden sentir la espalda agarrotada, las piernas entumecidas y la mente a medio despertar. Cada paso duele, la concentración flaquea y lo único que anhelas es una cama mullida y confortable.
Intuitivamente o por experiencia, se entiende que ese no es el momento de pedirle a la mente y al cuerpo nada demasiado demandante. Se sabe que en esos momentos cada célula nos pide descansar. Hay personas que se exigen seguir rindiendo igual que en situaciones normales, pero la mayoría logra darse cuenta que ese día deben tenerse paciencia, porque no es un día normal. No basta un café: el organismo necesita reposo, hidratación frecuente y cuidados constantes para adaptarse a su nueva realidad.
Ahora imagina una versión aún más extrema de este cansancio: el efecto que se produce tras un vuelo entre continentes: El jet lag. En este caso, además del cansancio del viaje debes añadirle ese desajuste del reloj interno que ocurre al cruzar varios husos horarios y hace que tu cuerpo no sepa si es día o noche. Piensa en un vuelo de más de diez horas donde si no estás habituado, puedes despiertar desorientado, con la mente confusa, la sensación de extrañeza por un sueño que empieza a sentirse a una hora no habitual, y la sensación de que algo raro está pasando. En este caso, la sensación no dura sólo un día como en el caso anterior, sino que varios días; aproximadamente un día por cada hora de diferencia horaria entre el destino y el origen del vuelo.
Sin embargo, intuitivamente o por experiencia, el principio a aplicar es el mismo: un día a la vez, dándole tiempo al tiempo y al cuerpo para que restaure los ritmos naturales para que la sanación avance con calma.
Llevemos este ejemplo a tu postoperatorio: durante los primeros días y meses que siguen a la cirugía bariátrica. En este periodo, el cansancio del “jetlag posbariátrico” puede alargarse semanas o incluso meses. La cirugía metabólica genera un profundo desfase interno, una desorientación similar a un viaje interminable que transforma tus hábitos, tu mentalidad, el vínculo con la comida y puede desorientar si no se está preparado mental y espiritualmente. A menudo, atraviesas varios duelos: por lo que comías antes y por el cuerpo que conocías. Es como estar exiliado en tu propio cuerpo, de pronto sumergido en un país desconocido donde la “cultura culinaria” de siempre cambia, de la noche a la mañana.
Seamos claros: Cada proceso es único y también hay pacientes que atraviesan el postoperatorio sin sobresaltos y retoman su rutina con relativa normalidad. Este artículo, en cambio, está dirigido a quienes viven un desafío más intenso y necesitan comprender y acompañar cada paso de su recuperación.
A esas personas, el postoperatorio inmediato las golpea con fuerza: un dolor abdominal sordo y punzante se intensifica al más mínimo movimiento, seguido de una plenitud abrupta tras el bocado más pequeño. Náuseas intermitentes provocan mareos y, en ocasiones, ligeros episodios de vómito. Una fatiga intensa pesa sobre cada músculo; escalofríos o sudoraciones repentinas sacuden el cuerpo y la zona operada muestra entumecimiento y sensibilidad. Además, los olores fuertes son difíciles de tolerar, el gusto se altera y los retortijones intestinales punzan en el vientre, mientras calambres atraviesan los músculos al incorporarse.
Este desfase interno se cuela hasta en lo más cotidiano: entras a una tienda confiando en tu talla XL de siempre, te pruebas una prenda y descubres que ésta te queda gigante, tanto que puedes caber dos veces en ella. La vendedora, para tu sorpresa, te sugiere dos o tres tallas menos. A este desconcierto se le llama “dismorfia corporal”: la sensación de no reconocerte en tu propio cuerpo, como si de pronto condujeras un automóvil nuevo, con dimensiones distintas a tu querido auto de siempre. Aunque sepas conducir, se siente extraño, atípico y distinto. Lo mismo pasa con tu autopercepción, aunque sepas que es tu cuerpo, lo sientes distinto y ajeno a lo que solías saber de él.
Del desfase a la meseta, la siguiente etapa del «Jetlag bariátrico»
En los meses que siguen, viene aún más. Después de una espectacular pérdida de peso del primer mes, que a muchos pacientes les ilusiona y a otros incluso les da vértigo, la pesa puede estancarse y la frustración golpear fuerte.
En este segundo el “jetlag posbariátrico” la invitación es a anclarse al mismo mantra: Un día a la vez. Aunque la báscula parezca inmóvil, tu cuerpo está afinando su maquinaria interna, reparando tejidos y equilibrando hormonas para cimentar un bienestar duradero. Ya notes cambios en tu figura o no, recuerda que la paciencia, la autocompasión y la escucha profunda de cada señal corporal serán tus aliadas en este camino.
Tras ese espectacular descenso de peso del primer mes, tu organismo entra en una fase de reajuste interno, intensa en algunos momentos, silenciosa en otros. Puede que experimentes una falta de energía sorprendente – o un exceso de ella – con músculos que se quejan con punzadas leves y una fatiga que puede extenderse desde los tobillos hasta la nuca. Tu piel, aún sensible y algo inflamada, siente tirantez al moverte, y tu estómago —ahora reducido a una capacidad mínima— envía señales contradictorias: a veces un hambre persistente pero fantasma pues ya comiste, o tal vez náuseas pasajeras que te hacen estremecer.
Además, tus patrones de sueño pueden volverse erráticos: podrías enfrentar insomnio intermitente, despertares frecuentes a lo largo de la noche y, al mismo tiempo, una somnolencia diurna inesperada, o incluso un «blackout» cognitivo súbito, como la sensación de «irse a negro» tras levantarte bruscamente de una silla. Estas son señales de que tu cuerpo está dedicando energía a cicatrizar y reajustar su nueva normalidad metabólica.
Dentro de ti, hormonas como la leptina y la grelina ensayan una nueva coreografía: al principio sus señales se cruzan y te desorientan, modulando tu apetito y encendiendo antojos inesperados. Quizá te descubras desplazándote por cuentas de recetas en redes sociales o abriendo sin querer tu aplicación de comida a domicilio, anhelando sabores que ya no encajan en tu nueva vida. Cada impulso es un recordatorio de que tu cuerpo-mente están aprendiendo a funcionar de nuevo.
Mentalmente, la claridad flaquea: tu concentración se difumina, la paciencia se agota más rápido y voces interiores y exteriores se cuestionan: “¿Por qué no sigo perdiendo más kilos?” «Fulana perdió mucho más rápido que yo», «Sutana se quedó estancada para siempre y después subió como si no se hubiera operado». Los pensamientos giran su carrusel acelerado en tu cabeza.
Sin embargo, es ahí cuando más debes recordar tu mantra: Un día a la vez. Tu cuerpo está canalizando toda su energía en cicatrizar tejidos, regular hormonas y equilibrar líquidos. Cada sorbo de agua, cada bocado planificado y cada paso, por suave que sea, contribuyen a esta reconstrucción interna que, más temprano que tarde, se reflejará en tu balanza y, lo más valioso, en tu composición corporal y salud integral.
“Un día a la vez” no es un simple consuelo; es tu ancla, tu brújula y tu mantra para soltar la urgencia de los resultados inmediatos, de tomar los atajos de dietas, pastillas o soluciones milagrosas que ya no dieron resultado, honrando este viaje a la salud definitiva.
La cirugía bariátrica desorienta cada célula— y tu organismo necesita reequilibrarse. Esa sensación de fatiga extrema, mezcla de hambre fantasma, memoria confusa y energía alterada te recuerda la importancia de la paciencia y el autocuidado en el camino hacia tu nueva realidad de vida saludable.
¿Por qué se produce este “Jetlag” inicial en el viaje bariátrico?
- Ajuste metabólico: Tras la drástica restricción calórica del primer mes, tu cuerpo activa un mecanismo de supervivencia: ralentiza el metabolismo para ahorrar energía. Es como si condujeras tu coche de emergencia en modo ahorro de combustible; cada desvío calórico que no se cubre dispara una señal interna de alerta que frena el gasto. Esta ahorro energético también está detrás de la temida pérdida de cabello temporal que afecta a los pacientes bariátricos: Tu cuerpo está dedicado a sanarse y ahorra energía en aspectos corporales insospechados. Esta ralentización es una fase necesaria, pues prepara tu organismo para adaptarse a su nueva capacidad energética sin desgastarse en exceso.
- Reparación interna: Aunque la báscula parezca inmóvil, un ejército de células trabaja sin descanso en reparar tejidos y reequilibrar tus hormonas clave (leptina, que regula la saciedad; y grelina, que despierta el apetito). Es como un equipo de albañiles reparando un edificio: la estructura interna se fortalece antes de mostrar cambios en la fachada. Cada proteína que ingieres y cada descanso que respetas son ladrillos que consolidan tu nueva arquitectura corporal.
- Inflamación residual: La cirugía, por su propia naturaleza, genera inflamación y retención de líquidos en zonas clave de tu organismo. Imagina que tus tejidos están inflamados como un globo levemente inflado que aún necesita deshincharse para recuperar su forma firme. Cuando ese proceso concluye, notarás una definición más clara, pero es un trabajo lento e interno. Cada vaso de agua y cada minuto de sueño reparador contribuyen a desinflamar tu cuerpo y revelar los resultados que tanto anhelas.
- Desfase mental y cognitivo: Tras la cirugía, tu mente debe adaptarse a un cuerpo remodelado y a señales fisiológicas completamente nuevas. Esa extrañeza interna te impulsa a desafiar años de hábitos obesogénicos, explorar nuevos sabores y a reescribir la historia emocional que vinculaba la comida con el consuelo y la recompensa desde la niñez. No te apures, no le pidas a tu cuerpo más de lo que puede dar en este momento. Nuevamente: «Un día a la vez».
La Cirugía Bariátrica o metabólica es una maratón de largo plazo, no una carrera de 100 m planos.
Un nuevo amanecer
Así como no te recuperas de un Jetlag en un sólo día, tu Viaje Bariátrico no termina en una semana, un mes, o incluso un año. Es un recorrido de vida donde cada día y cada paso importan, donde la compasión que le brindas a la persona del espejo marca la diferencia.
Cuando la curva de la báscula parezca un muro inamovible, detente un instante, sacúdete la bruma mental y recuerda lo que ya has logrado: Tejidos reconstruidos, hormonas equilibrándose y hábitos saludables que se asientan en tu rutina. Esas victorias silenciosas, lejos de los números superficiales, son el verdadero progreso. Hay muchas más ecuaciones en marcha: más músculo y menos grasa, más paseos y juegos con tus hijos, más años saludables añadidos a tu vida.
Imagina esta primera fase de tu Viaje Bariátrico como un amanecer radiante que se despliega lentamente: a cada instante el cielo cobra matices nuevos, y aunque al principio parezca que la oscuridad no cede, poco a poco la luz llena el paisaje. Cada una de estas etapas de adaptación revelarán, poco a poco, el nuevo día que anhelas para ti.
Agradecimientos
Quiero agradecer a mi esposa y compañera de viaje, Sara De la Parra @lanotnutri, por su amoroso apoyo en la revisión de contenido y agudos comentarios en la construcción de este artículo. Tus vivencias, tu devoción por la excelencia y el amor por tu trabajo con los pacientes bariátricos me inspira cada día. Y, cada día, nutre aún más el amor que te tengo.
Bibliografía
Bear, M. F., Connors, B. W., & Paradiso, M. A. (2015). Neuroscience: Exploring the Brain (4th ed.). Lippincott Williams & Wilkins.
Campbell, J. (1949). The Hero with a Thousand Faces. Princeton University Press.
Castellanos, N. (2020). Neurociencia aplicada al cambio de hábitos. Editorial Médica Panamericana.
Clear, J. (2018). Atomic Habits: An Easy & Proven Way to Build Good Habits & Break Bad Ones. Avery.
Dixon, J. B., Dixon, M. E., O’Brien, P. E., & Playfair, J. (2001). Sleep quality and breathing patterns before and after weight loss in obese subjects. Obesity Research, 9(9), 628–634. https://doi.org/10.1038/oby.2001.80
Gilbert, P. (2009). The Compassionate Mind: A New Approach to Life’s Challenges. New Harbinger Publications.
Kabat-Zinn, J. (2013). Full Catastrophe Living: Using the Wisdom of Your Body and Mind to Face Stress, Pain, and Illness (Revised ed.). Delta.
Mechanick, J. I., Youdim, A., Jones, D. B., et al. (2013). Clinical practice guidelines for the perioperative nutritional, metabolic, and nonsurgical support of the bariatric surgery patient—2013 update. Obesity Surgery, 23(4), 367–436. https://doi.org/10.1007/s11695-012-0865-8
Nannipieri, M., Cummings, D. E., & Pratley, R. E. (2003). Leptin and appetite regulation. American Journal of Physiology-Endocrinology and Metabolism, 284(4), E679–E684. https://doi.org/10.1152/ajpendo.00210.2002
Polyzos, S. A., & Mantzoros, C. S. (2015). Leptin in relation to the risk for obesity and diabetes: Current evidence and future perspectives. Journal of Endocrinological Investigation, 38(12), 1049–1060. https://doi.org/10.1007/s40618-015-0362-7
Sjöström, L. (2000). Advanced therapy of obesity: Bariatric surgery and intensive medical management. The Lancet, 356(9245), 901–911. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(00)02612-9
Walker, M. (2017). Why We Sleep: Unlocking the Power of Sleep and Dreams. Scribner.
Wang, Y., & Xu, D. (2014). Effects of sleep restriction on metabolic health. Journal of Clinical Sleep Medicine, 10(10), 1041–1048. https://doi.org/10.5664/jcsm.4136
Waterhouse, J., Reilly, T., & Atkinson, G. (1997). Jet-lag. The Lancet, 350(9088), 1611–1616. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(97)05336-8